Hacia fines del siglo XIX en el sector denominado “Bajos de Mena” en Puente Alto, surgió una curiosa historia. Se decía que todas las noches de luna era posible ver la figura de Satanás bailando cueca en lo alto del cerro que allí existía, una silueta que los residentes veían y convivían con ella.
Mucha gente se escondía y no salía de sus casas. Se comentaba que el Diablo era un eximio bailarín que no tenía competencia alguna, danzaba toda la noche y sólo se detenía cuando los gallos daban el anuncio de un nuevo amanecer.
Un día se inauguró una gran ramada de Fiestas Patrias a los pies del cerro. Para hacer más entretenida las celebraciones, se realizó un concurso de cueca. Muchos se inscribieron y bailaron, pero nadie le pudo hacer la competencia a un campesino pircano. Fue el vencedor del concurso, llevándose todos los premios y las felicitaciones. El joven huaso decía que nadie le podía ganar ni siquiera el Diablo.
Este desafío llegó a oídos del mismo Satanás y así quedaron de acuerdo en reunirse en la fonda y concretar el duelo. Si el huaso resultaba vencedor obtendría una gran fortuna, por el contrario si ganaba el Diablo, el joven debía entregarle su alma.
Comenzó la competencia y ninguno paraba de bailar, el ritmo era desenfrenado y los comensales daban ánimos y aplaudían fervorosamente a ambos concursantes, hasta que uno gritó: Virgen Santísima, qué bien bailan estos huasos.
El Diablo al oír esas palabras, perdió el equilibrio en sus movimientos y se desconcentró totalmente, desapareciendo de inmediato de la ramada, en medio de una nube de azufre. Los parroquianos y presentes en el duelo, agradecidos por este hecho, construyeron la imagen de la Virgen en lo alto del cerro. Se le conoce hasta el día de hoy como Cerro “La Virgen”.
Del Diablo y del joven huaso.. nadie supo nunca más, o eso es lo que se cuenta.