El músico, ejecutante, tañedor o tocador adquiere una identidad particular de acuerdo a su hacer musical. Este es el caso del guitarronero, encargado de mantener vivo el acervo del guitarrón y el canto a lo poeta.
En la actualidad, el arte del guitarrón ha florecido tanto en ambientes rurales como urbanos, y un caso ejemplar de esta evolución se presenta en la Provincia Cordillera, compuesta por las comunas de Pirque, Puente Alto y San José de Maipo.
A través de generaciones, la labor agrícola ha dado lugar a una cultura local arraigada en el trabajo campesino, reflejada en las formas de construcción y uso de la tierra. Viñedos, cultivos y áreas para la cría de animales son elementos destacados en este contexto.
En San José de Maipo, la actividad arriera ha contribuido significativamente a la identidad de las comunidades cordilleranas. Por su parte, Puente Alto, ubicado en el centro de la provincia, ha emergido como el epicentro de la actividad política, industrial y residencial de la zona.
Pirque, conectada y separada de Puente Alto por el río Maipo, ha mantenido viva hasta nuestros días la tradición del canto con guitarrón. En este lugar, se encuentran las “ruedas de payadores”, velorios y cánticos conmemorativos de eventos litúrgicos cristianos, donde la música del guitarrón es protagonista.
A partir de la década de 1960, cuando Manuel Dannemann y Raquel Barros investigaron el guitarrón, Puente Alto experimentó una intensa urbanización que requirió la creación de espacios para la identidad de los nuevos habitantes, quienes ocuparon lo que antes eran zonas rurales.
En esta línea, talleres culturales como el de Alfonso Rubio Morales han fomentado un vínculo entre lo urbano y lo rural a través del aprendizaje y la interacción en torno al guitarrón.
Si bien esta práctica era históricamente asociada a hombres, existen registros de mujeres ejecutantes, como Magdalena Aguirre Flores, elogiada por Barros y Dannemann como “magnífica ejecutante del guitarrón” (Revista Musical Chilena, nº74, 1960).
Es importante destacar que durante sus esfuerzos de recopilación folclórica, Violeta Parra también se sumergió en el mundo del guitarrón, aprendiendo de Isaías Angulo, un cantor popular de Puente Alto. Esta tradición musical continúa resonando, vinculando lo rural y lo urbano en una sinfonía que celebra la rica herencia cultural de la Provincia Cordillera.