En las paredes de su habitación casi ya no queda espacio para otra medalla más. Un estante lleno de copas y fotografías de los momentos que han marcado su corta vida roban la atención de quien entra a su pieza, la que se ha convertido en un pequeño salón de la fama.
A sus cortos 11 años, Vicente Guerrero ya cuenta con varios premios de un gigante del tenis de mesa, incluyendo el recién otorgado título nacional de la liga pre infantil. Su vida no se diferencia mucho de los grandes deportistas nacionales: tres horas de entrenamiento diario, viajes fuera de Chile y un alto precio que hay que pagar por los implementos.
Como buen puentealtino desde la cuna, el pequeño campeón siempre deja en alto el nombre de la comuna de su corazón. Y en eso ha recibido un espaldarazo, pues su familia ha sido apoyada económicamente por la Municipalidad a través de La Corporación del Deporte, financiando equipamiento y auspicio.
Jacqueline y Claudio, sus padres, incondicionales de Vicente, han estado con él desde sus inicios, cuando el campeón nacional comenzó a entrenar con sólo nueve años. Celebraciones y llantos han tenido que pasar todo este tiempo, dejando que el pequeño deportista viaje al extranjero junto a su delegación.
Algo que no imaginaba en los comienzos que relata el propio campeón. “En un cumpleaños me puse a jugar. Sentí que era entretenido y empecé a jugar con mi papá en la plaza. Él me preguntó que si quería comenzar a practicar este deporte y le dije que sí”, cuenta.