Conoce tres distintos mitos populares que giran entorno a Puente Alto, Pirque y San José de Maipo.
Durante muchos años, las leyendas y distintas anécdotas circulan de boca en boca alrededor de la Provincia Cordillera (sobretodo en las zonas rurales como Pirque y San José de Maipo), pues los antiguos locatarios se encargaban de difundir entre las generaciones los relatos que cada uno sabía o había experimentado. Es por esto que Portal Puente Alto quiso revivir esas historias que a muchos les dio miedo una vez que la escucharon.
Vamos con la primera…
Cristo Negro de Pirque
A Don Ramón Subercaseaux se le metió en la cabeza la idea de hacer un canal en Pirque, pero para lograrlo necesitaría más que un poco de dinero y mano de obra; necesitaba la ayuda de un ser superior. Fue entonces que concretó una entrevista con el mismísimo diablo y llegaron a un acuerdo donde se realizaría el canal a cambio del alma de Ramón.
En el pacto, ambos pondrían una cuadrilla de trabajadores para llevar a cabo el proyecto y en un recorrido a caballo decidieron cuáles serían los límites de aquel canal. El diablo le dijo a Ramón que el canal partiría a la orilla del río y llegaría hasta la bocatoma, para eso satanás marcó el inicio lanzando un chuzo contra una roca, dejándolo hasta la mitad enterrado. Se dice que hasta el día de hoy puede verse incrustado en la roca.
El crecimiento de la vegetación llevó a que con los años se pasara de una agricultura tradicional campesina a una actual industria agricultora capitalista.
Luego de haber cumplido todo lo que quería Subercaseaux, el plazo del pacto se concretó y el diablo fue en busca de Don Ramón. Para intentar engañar a satanás, el hombre pidió que lo velaran en vida, pero nadie quiso por miedo a recibir un castigo infernal. Así que se fue a un convento con los frailes de Santiago, para salir de madrugada en un coche a caballo.
En el viaje madrugador, el chofer que llevaba a Ramón sintió una presencia que los perseguía. Al mirar hacia arriba vio una bandada de ángeles negros que los acechaban. En un pestañeo estaba el diablo llevando a Subercaseaux en el hombro, volando hacia su cuadrilla de demonios.
Eso ocurrió justo antes de cruzar el puente San Ramón hacia Puente Alto, en la misma altura donde hoy está el Cristo Negro, erigido como un recordatorio constante de las graves consecuencias de hacer pactos con quien no se debe y a la vez como protección para que el diablo no vuelva a pasar hacia Pirque y sus alrededores.
Fantasma de la 210
La 210 es una de las micros más populares y reconocidas de Santiago. Su recorrido que conecta Estación Central con Puente Alto funciona todos los días, pues suele ser el medio salvador para llegar a casa de muchos jóvenes y adultos que disfrutan de la bohemia del barrio Bellavista. La fiesta, el alcohol y la noche entregan un sinfín de historias arriba de la 210. Entre estos relatos, existe una que se aleja de las risas y el jolgorio, para dejar al descubierto el lado paranormal de este recorrido.
En 2016 se popularizó una imagen que fue tomada por un conductor del transantiago 210. En ella se puede ver el interior de la famosa micro con su recorrido ya finalizado y, supuestamente, sin pasajeros. Sin embargo, al final de la micro aprecia a una joven de vestido blanco con el cabello negro mirando hacia el conductor que tomó la foto.
Entre conductores este hecho no es una sorpresa, ya que desde hace mucho tiempo han sido testigos de actividad paranormal en esa ruta.
Al día de hoy no se sabe qué historia esconderá el fantasma y tampoco han confirmado que la imagen se trate de un truco fotográfico.
Pata del Diablo en el Cajón del Maipo
El relato ocurrió cuando llegó hasta el pueblo de San José de Maipo un intrigante sujeto, vestido de negro y con una mirada penetrante que provocaba temor a los hombres y atracción a las mujeres.
El hombre de negro se dedicaba a seducir a mujeres realmente hermosas, logrando éxito en cada ocasión. Sin embargo, un día decidió coquetear con una hermosa chica que resultó ser la hija del alcalde, niña que se educaba en un convento.
Una noche, que fue particularmente tempestuosa, llegó este visitante h asta las puertas del convento . Empapado y sin refugio le pidió a la madre del lugar entrar y quedarse allí hasta que la lluvia cesara. La madre en su bondad dejó entrar al señor de negro y le asignó una habitación para que pasase la noche. Ya en calma, todas las monjas junto con el visitante se fueron a dormir tranquilamente.
Se levantó el visitante para dirigirse a una de las habitaciones del convento. Con paso silencioso y atravesando murallas, llegó hasta el lugar donde había planeado. La habitación de la hija del alcalde.
La sensación de una extraña presencia despertó a la novicia, vio al hombre de negro acercarse hasta su cama mientras el aire se inundaba de un olor a azufre intenso. Naturalmente pegó un horrible grito de espanto, que fue rápidamente ahogado por la fría mano de este ser. Con una fuerza que no parecía de un humano, levantó a la chica dispuesto a llevársela por la ventana. Fue cuando llegó la madre superiora, alertada por el corto grito de su alumna.
La madre detuvo en el acto al hombre, y este dejó caer a la víctima para demostrar su real apariencia; un enorme ser monstruoso que posteriormente huyó del lugar pegando grandes pasos y saltos en su camino.
En su escape dejó marcado en una roca una huella de su pata derecha, marca que puede verse hasta el día de hoy, en el paradero 46 en la localidad de El Toyo, aunque la propia erosión de la naturaleza ha transformado su apariencia.