Decir solamente que es el titiritero que le da vida a uno de los personajes más emblemáticos de 31 Minutos sería quedarse corto. Porque este actor de profesión, además, fue bombero en Pirque y Puente Alto y también se encargó de remozar los pilares del Metro y otros espacios de nuestra comuna con mosaicos. “Sólo una vez los rayaron. Eso demuestra que el estigma puede ser bastante perverso”, cuenta.
Cuando se tiene entre manos una gran historia, la pregunta cae de madura: ¿Por dónde partimos? Por el principio dirán varios… y es lo que haremos con el perfil de un oriundo de San Bernardo que adoptó a Puente Alto en su corazón, aportándole colores y apagan- do varios incendios.
Pero lo primero en su línea cronológica fue su “relación” con Juanín Juan Harry. Claro, porque Héctor Velozo, actor de profesión y titiritero, es hace una década el encargado de darle movimiento al blanco compañero de Tulio Triviño y Juan Carlos Bodoque en 31 Minutos, una experiencia que lo llena de orgullo.
“Llevo los destinos de Juanín en todo menos en la voz. Uno se in- volucra mucho con el personaje. Es como el trabajo del actor con un personaje, aunque esto es más íntimo. Me dediqué a los títeres, porque no tienen caña y no pelean. Con ellos uno vive un proceso muy parecido al amor verdadero y eso es lo que vivo con él, en el sentido en que te transformas en el canal para darle una hermosa existencia a un personaje vivo en la medida que tu ego no se interponga”, narra.
Desde esa privilegiada tribuna cuenta cómo es Juanín, el encantador de los más bajitos. “Ama a Tulio por sobre todas las cosas y es servicial hasta la injusticia. Es un ser que no tiene oscuridad y es ab- solutamente inocente, un niño que quiere ayudarlos a todos”, agrega. Junto con eso, el actor también conjugó dos pasiones que lo acercaron a Puente: Apagar incendios y los mosaicos. “No soy puenteal- tino. Pero viví en Pirque, donde integraba la Quinta Compañía de Bomberos de Puente Alto y Pirque. Fueron casi cinco años y lo mejor que pude vivir. Uno tiene que lle- var a la práctica los ideales que dice defender, el servicio al prójimo sin esperar recompensa. Es una forma muy objetiva de hacer patria”, complementa.
Eso con bajar la temperatura, aunque su aporte a nuestra comuna también tuvo con darle color al Metro. “Ya es agresivo tener pilares grises por eso es linda esa pega. Lo interesante es que estás en la calle trabajando: los vecinos van viendo el proceso y participan. Algunos nos llevaban colaciones. En algún momento se pensó que podían ser rayados, aunque este proceso ha demostrado que el estigma puede ser perverso. Una vez rayaron levemente un mosaico, pero nada más. La gente lo agradece y los cuida, porque hace más agradable su existencia“, cierra.