A sus 11 años lleva a las alturas su emprendimiento de representar a Puente Alto ganando medallas en el kickboxing. Desde allí, la “pequeña maravilla” sueña con multiplicar las alegrías como seleccionada chilena en el profesionalismo. “Quiero ser campeona mundial”, avisa.
Si sus papás pudieran, la acompañarían a todas las competencias. Pero el alto costo y las obligaciones laborales hacen que cuando su hija Noelia Aballay cruza la frontera para representar a Chile, tenga que ir sin ellos y, a cambio, dé rienda suelta a su espíritu alegre y bromista.
“Nos creamos un Facebook para hablarle cuando fue a Brasil al Sudamericano. No sabíamos nada y cuando pudimos dar
con ella fue después de la competencia y contestó que estaba mal. Pensamos lo peor, se esforzó tanto para ese desafío. Así que le preguntamos qué lugar obtuvo y dijo que el primero, jaja… digamos que la alegría fue doble, porque pasamos de la pena a esa tremenda satisfacción”, cuenta su madre, Carmen Tapia.
Esa vez la puentealtina de 11 años y una habilidad única para el kickboxing se trajo la máxima
presea, una alegría que repitió en diciembre pasado con la plata en el Panamericano de Corrientes, Argentina, y que la perfilan como otra gran promesa de medallas para el deporte chileno.
Una pasión donde su ascenso ha sido meteórico. “Tenía ocho años y estaba entre danza y Kempo pues el colegio me obligaba a elegir. Opté por kickboxing porque no me gusta tanto bailar y este deporte me encantó, estuve dos años para luego cambiarme al Kempo San Gregorio”, cuenta Noelia.
Y su romance con los golpes ha sido inmediato, pues no sólo le ayuda a obtener medallas, si no que también en el colegio. “Me mejoró la concentración. Terminé este año con un 6,1 de promedio”, dice y agrega que no es el único deporte en que gana por paliza. “A mis compañeras les gusta más el maquillaje, así que me llevo más con mis compañeros. Con ellos jugamos a la pelota. Soy buena en el fútbol y hago hartos goles”, agrega la pequeña puentealtina.
Ese espíritu deportivo lo contagió en toda su familia. “Ellos me apoyan en todo y son muy entusiastas con mi carrera. También me gusta representar a Puente Alto, porque el alcalde (Germán) Codina me ayudó con mis implementos para el combate. Eso también ha entusiasmado a mi hermano Camilo, que se metió a este deporte y me encanta que podamos compartir esta pasión”, reconoce.
Y sus sueños también los dice en voz alta. “Quiero ser campeona mundial de kickboxing y lograr ser conocida por el mundo igual que el Camilo. Me gustaría que los dos llevemos en alto la bandera de Chile. Creo que el deporte es el camino para no quedarse pegado en el playstation y la falta de ejercicios. Es preferible que los niños jueguen fútbol, básquetbol o lo que sea, seguro que encontrarán el apoyo de sus papás como yo lo he tenido”, cierra la campeona de Puente.