El conductor del espacio que relanzó el área cultural en Canal 13 y el primer espacio que entrega buena cosecha en puntos de rating en el horario prime, dice que viajando se siente como en casa y que no extraña la farándula. “Hacer una tele sin farsa y sacarle partido a las historias de personas que se merecen pantalla es la raja”, reconoce.
Fue jefe de campaña no de una, si no que de seis reinas de belleza en el Festival de Viña del Mar. También desfiló como opinólogo de farándula, donde se hizo reconocido por sus entrevistas. Además, viajó a cada alfombra roja en los premios más importantes del espectáculo mundial como los Oscar, los Grammy y un largo etcétera.
Pero Francisco Saavedra, su vida y su carrera ahora tomaron otro avión: el de los viajes para conocer gente común y silvestre e historias de vida más que de luces. “Viajaba a todas las alfombras rojas habidas y por haber. Trataba de entrevistar a todos. Pero ahora hacer una tele sin farsa y sacarle partido a las historias de personas que se merecen estar en la tele y ser reconocidas es la raja”, confiesa en entrevista con Revista Portal.
-¿No te asustó tu patente previa de ‘tipo farandulero’?
-Sí, temía que la gente me asociara al tipo de farándula y no me permitiese reinventarme. Pero fueron generosos y me lo permitieron. Y eso creo que tiene que ver con que jamás tiré caca con ventilador. Me asociaban a trabajos periodísticos serios y a entrevistas en profundidad. Y si me hiperventilé con temas, no fue la caída del dólar, así que no le cagué la vida a nadie.
-¿Esos miedos no te hicieron odiar tu anterior perfil?
– Al principio odié la farándula y todo lo que había hecho, pero después dije “no poh, si esa pega me hace una persona conocida”. Me llenó de logros también, me gané dos Copihues de Oro.
KILOMETRAJE CON SENTIDO
El hecho de liderar una apuesta cultural era un desafío impensado para Pancho Saavedra. Pero más sorprendente aún fue el espaldarazo en los resultados.
“Este programa es un ‘cuevazo’ programático. Por exigencia del CNTV se exige ciertas horas de programación cultural. Recuerdo cuando decidieron ponernos el sábado en horario prime. Yo estaba con dolor de colon y lo único que pedía era no sacar dos puntos de rating. Sufrí hasta que me llega un WhatsApp de un productor del canal: “Estai en 14 puntos conch..”. Así empezó todo, jajajá”, repasa.
-¿Cuánto del verdadero Pancho Saavedra hay en ‘Lugares que hablan’?
-No soy un personaje en ese programa: soy yo. Es la primera vez que soy yo en la tele y más auténtico que nunca, me acepté allí: mi cuerpo, mi guata, todo. Me aprendí a querer. Me pegué un aterrizaje forzoso. Uno a veces se ahoga en un vaso de agua por estupideces, pero al ver cómo una familia tiene que barajar el presupuesto familiar para ver a qué hijo le compran zapatos, la realidad te pega tres cachetadas.
-¿Por qué cambiaste los viajes al primer mundo del espectáculo por los periplos por Chile y las historias simples?
– Entrevistando a Daddy Yankee o esa gente perdí la capacidad de asombro. Podías ponerme a Shakira por delante y me daba lo mismo. Estaba automatizado, no les encontraba sentido. Hoy he vuelto a tener capacidad de asombro pero de las historias simples. Cuando alguien me cuenta que tiene que ir a dejar a un niño en balsa a la escuela o dejarlo una semana allí porque a la vuelta se lo puede comer un puma en un cerro, eso sí que es increíble. Me di la vuelta larga para volver a lo simple.
-Parece un trabajo ideal, ¿no?
– Sí, es la pega soñada pero tiene sus contras. Es un nivel de desgaste feroz, estoy tratando de acordarme los lugares donde he estado y algunos no los recuerdo bien porque no los he disfrutado como se merecen. De 365 días del año yo viajo 110, es mucho.
¿Qué moraleja te ha dejado esta pega?
-Me ha hecho revelarme contra la desigualdad. Es impactante lo desigual y poco conectado que es este país. Muchas veces he llorado haciendo el programa, pero también me he percatado de lo linda que es la gente. Cuando en la Patagonia o Tierra del Fuego ves a una niña de diez años ayudando a su papá en la construcción de una balsa es maravilloso. Yo a esa edad estaba viendo tele o comiendo.
“En Puente Alto se detiene el tiempo”
Para Francisco Saavedra no sólo en regiones hay zonas que le dicen y dejan cosas. Sin ir más lejos, hay ciertos lugares de nuestra comuna que también hace latir el corazón del comunicador.
Calle Andrés Bello en Población Maipo. “Esas casitas son una maravilla. Es poner una pausa en los años. El tipo de construcción es maravilloso y se han mantenido con dignidad, bien pintaditas. Es gente que no está desesperada por un auto, por los gastos comunes”.
Nuestro centro. “En Puente Alto se detiene el tiempo. Hay una pausa en la vida y eso sí que se agradece en una ciudad capital. Destacan varias construcciones antiguas. Ahí está la memoria de un pueblo. Yo prefiero la imagen del Puente antiguo que el Word Trade Center”.
Mosaicos en el Metro. “¡Qué linda intervención! Se ve más ordenado y limpio. Tenemos el hábito de ensuciar las ciudades y eso me molesta mucho. Es una falta de cultura que alguien tire un papel a través de la ventana del auto”.